Al despertar esta mañana, me hice una pregunta que se ha convertido ya en una guía en mi vida: ¿qué hay de lo que has hecho que haya mejorado tu vida?
Hacemos pocas preguntas, cada vez menos. Ese es un síntoma de que pocas cosas ya nos asombran, de que hemos perdido la curiosidad. Quizá esto nos viene ocurriendo desde pequeños, cuando desde la edad que llamamos de "las mil preguntas" ponemos en constantes aprietos con nuestras preguntas a nuestros padres desconcertados, descolocados, des... Es justo en ese momento cuando empezamos a dejar de preguntar. Desistimos. Y lo hacemos porque no se nos muestra ningún camino, ninguna respuesta, ningún consuelo para la zozobra infantil. Nuestra creatividad empieza a morir con nuestra vida. En ese momento ya nada nos sorprende, todo lo normal se convierte en lógico, a veces incluso lo siniestro es coherente. Así nace dictadura democrática del silencio; así nace el declive de lo que nos hace humanos: ser racionales y razonables, poseer el don de la palabra y gozar de principios que nos conforman como personas, no como trabajadores empleables de un señor invisible que todo el mundo conoce: el dinero.