jueves, 25 de octubre de 2012

Seguiré preguntando...

Al despertar esta mañana, me hice una pregunta que se ha convertido ya en una guía en mi vida: ¿qué hay de lo que has hecho que haya mejorado tu vida?

Hacemos pocas preguntas, cada vez menos. Ese es un síntoma de que pocas cosas ya nos asombran, de que hemos perdido la curiosidad. Quizá esto nos viene ocurriendo desde pequeños, cuando desde la edad que llamamos de "las mil preguntas" ponemos en constantes aprietos con nuestras preguntas a nuestros padres desconcertados, descolocados, des... Es justo en ese momento cuando empezamos a dejar de preguntar. Desistimos. Y lo hacemos porque no se nos muestra ningún camino, ninguna respuesta, ningún consuelo para la zozobra infantil. Nuestra creatividad empieza a morir con nuestra vida. En ese momento ya nada nos sorprende, todo lo normal se convierte en lógico, a veces incluso lo siniestro es coherente. Así nace dictadura democrática del silencio; así nace el declive de lo que nos hace humanos: ser racionales y razonables, poseer el don de la palabra y gozar de principios que nos conforman como personas, no como trabajadores empleables de un señor invisible que todo el mundo conoce: el dinero.

3 comentarios:

TheYouth dijo...

Lo más preciado que puede perder el hombre es su capacidad de sorprenderse, desde mi punto de vista. Ya que es ella la que ha conseguido que nos despeguemos del suelo, nos sumerjamos en el mar y conozcamos nuestro mundo por dentro y por fuera de nosotros. Yo entendí la Filosofía como eso, como la ciencia que "pregunta a otras ciencias". Por eso me siento "filósofa" cuando me pregunto... y creo que cualquier filósofo que se precie, debe preguntarse cada día aún sin encontrar respuestas. Porque solo el mero proceso de barajar las posibles respuestas a esa pregunta, ya es construir FILOSOFÍA.

Andrea Millán.

Santos Ochoa Torres dijo...

Hola Andrea. Me ha hecho mucha ilusión volver a saber algo de ti. Un beso muy grande. Gracias por acercarte a este espacio.

Lisistrata dijo...

Sí, estoy de acuerdo. Si no nos hacemos preguntas y el factor sorpresa no nos desasosiega es que estamos muertos o merecemos estarlo. Esta reflexión tuya es muy oportuna en estos tiempos difíciles que contribuyen a secuestrar el pensamiento mediante el consumismo o la escased de recursos y el parloteo insustancial de los rayos catódicos.