jueves, 25 de octubre de 2012

Seguiré preguntando...

Al despertar esta mañana, me hice una pregunta que se ha convertido ya en una guía en mi vida: ¿qué hay de lo que has hecho que haya mejorado tu vida?

Hacemos pocas preguntas, cada vez menos. Ese es un síntoma de que pocas cosas ya nos asombran, de que hemos perdido la curiosidad. Quizá esto nos viene ocurriendo desde pequeños, cuando desde la edad que llamamos de "las mil preguntas" ponemos en constantes aprietos con nuestras preguntas a nuestros padres desconcertados, descolocados, des... Es justo en ese momento cuando empezamos a dejar de preguntar. Desistimos. Y lo hacemos porque no se nos muestra ningún camino, ninguna respuesta, ningún consuelo para la zozobra infantil. Nuestra creatividad empieza a morir con nuestra vida. En ese momento ya nada nos sorprende, todo lo normal se convierte en lógico, a veces incluso lo siniestro es coherente. Así nace dictadura democrática del silencio; así nace el declive de lo que nos hace humanos: ser racionales y razonables, poseer el don de la palabra y gozar de principios que nos conforman como personas, no como trabajadores empleables de un señor invisible que todo el mundo conoce: el dinero.

miércoles, 18 de julio de 2012

La autoridad del vago



Un artículo de Santos Ochoa Torres
 

La ley de Autoridad
      El pasado 10 de junio, por decisión del gobierno regional,  los maestros y profesores de Castilla La Mancha somos legalmente considerados autoridad. La ley creada por  dicho gobierno en las Cortes de Castilla La Mancha es una copia casi literal de la misma ley que en Madrid se aprobó hace ya aproximadamente un año. Parece que hasta en esto somos una especie de sucursal o apéndice de la comunidad vecina. En este sentido, y con la perspectiva suficiente ya de un año, es fácil comprobar la nulidad en efectos de esta oportunista y superflua ley. Superflua, ya que la Fiscalía General del Estado ya consideraba a efectos legales como autoridad mucho antes, como lo atestigua una circular remitida en 2008 a todas los fiscales de España. Incluso también aquello que la ley nos “vende” como una novedad, ya existía también desde hace años, tal como el Servicio de Atención Jurídica o el Seguro de Responsabilidad Civil para maestros y profesores.
      Por otra parte,  si queremos analizar empíricamente la impresión de los profesores madrileños un año después de haber “disfrutado” de tan eficaz de la ley, debemos decir que muchos de ellos piensan que incluso a veces genera más problemas de los ya existentes con los alumnos, ya que los padres también se suman en ocasiones al conflicto en defensa de sus hijos agrediendo al maestro si fuese necesario. Con lo cual el problema se magnifica aún más.
      En los Presupuestos Generales del Estado, el PP expone en el apartado de Educación, que considera “esencial la plena escolarización”, aunque en realidad estén haciendo todo lo posible para que eso no sea así, quitando becas de comedor, becas de transporte escolar, cerrando colegios rurales, eliminando plazas de profesorado… También en esos Presupuestos se habla de “insistir en la necesidad de obtener ratios profesor/alumno, alumno/grupos cada vez más favorables”, aunque la respuesta a qué entienden por “más favorables” la tenemos en el parlamento de Castilla La Mancha cuando el PP rechaza  las propuestas del PSOE en sus enmiendas para que se reduzcan las ratios de alumnos, se aumenten las plantillas del profesorado o se complete la acción tutorial docente. Con ideologías como la del gobierno regional se truncará por completo la trayectoria de disminución del fracaso escolar que en el conjunto del Estado ya venía apreciándose: en 2011 el índice de fracaso bajó hasta el 26%, cifra aún alta respecto de la media europea, pero sensiblemente mejor de la de 1990 que ascendía al 40%. Esto indica que la dirección que llevábamos, aunque mejorable, era la correcta.

Conceptos, símbolos y realidad
      Cambiar de nombre a las cosas, incluso a las personas,  no las hace distintas. Los conceptos sólo son palabras para señalar la realidad y así no tener que cargar con ella cuando deseemos mostrarla. Pero la realidad es tozuda, ciega, sorda y se  comporta en la manera en que lo hace  independientemente de cómo la designemos, e incluso de lo que pensemos de ella. No faltan los refranes castellanos que lo exponen mucho mejor que yo: “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, o “El hábito no hace al monje”, o aquello que Quevedo indicaba al final de El Buscón cuando, refiriéndose a Pablos, señalaba que no por cambiar de lugar donde vivir, cambia uno su ser, su personalidad. Al respecto de la nueva Ley de Autoridad del Profesor,  esta no nace ni se mantiene porque le peguemos en la frente al maestro una etiqueta escrita donde diga “Soy autoridad” o  por ponerle una tarima para hacerle más visible ante sus alumnos, como también proponía Esperanza Aguirre.

Etimología y aclaraciones sobre los términos
     Pero empecemos por diferenciar y aclarar el significado de dos conceptos: autoridad y potestad.
     Cuenta Rafael Domingo, catedrático de derecho romano, en un brillante artículo publicado en el diario El País, que en una noche de octubre de 1927, Don Ramón del Valle-Inclán asistía al estreno de una obra de teatro de Joaquín Montaner y que al final de uno de los actos comenzó a vociferar desde el patio de butacas “¡Muy mal!, ¡muy mal!“ provocando un grandísimo escándalo. De inmediato, unos agentes se acercaron hasta él para llevárselo a comisaría y se presentaron diciéndole: “Somos la autoridad, debe Vd. Acompañarnos”, a lo que Don Ramón les contestó: “Aquí, en el teatro, la única autoridad soy yo”. Aún así acabaron llevándoselo, ya que aunque tenía razón, los agentes tenían potestad para poder expulsarle de la sala de butacas.
      Con esta anécdota se ilustra perfectamente la distinción que existe entre autoridad y potestad, así como los errores que cometemos al emplearlos. En el caso de Don Ramón, si los agentes se debieran expresar con absoluta corrección debieran haberse presentado como “agentes de la potestad”, de la potestad que el Estado les confiere y reconoce para imponer el orden y la seguridad. El derecho romano decía de la potestas que es el poder socialmente reconocido y se ostenta  cuando se tiene “capacidad legal que el pueblo le confiere para hacer cumplir la ley”. En cambio, la auctoritas es la legitimación socialmente reconocida. Esta no se logra por un cargo, etiqueta ni convección alguna, sino por el prestigio y la consiguiente admiración en la faceta de que se trate. Y esto es lo que Valle-Inclán hacía valer  ante los agentes de la potestad. Ambas, auctoritas y potestas, son reconocidas socialmente, pero la auctoritas se asienta sobre la legitimidad, el respeto y la convicción; la potestas sobre la legalidad, la imposición y la convección.

El equilibrio y la armonía entre auctoritas y potestas
      Pero la potestas sólo es legítima si está equilibrada con el peso de la autoridad. El equilibrio se rompe cuando el abuso entra en juego. Pero sólo puede abusarse de la potestad, del poder conferido, pero no de la autoridad. Es una expresión errónea decir que se abusa de la autoridad. No puede abusarse de la autoridad como no puede abusarse de la belleza, la bondad, la justicia o la sabiduría. La autoridad sólo puede merecerse o perderse. El abuso sólo puede ejercerse desde la potestas, sobre el poder, y cuando eso ocurre ese abuso conduce a la corrupción, que es la utilización de lo público para beneficio propio, menoscabando con ello la capacidad del Estado como garante de la protección y el fomento de los derechos de los más débiles.
      El gobernante que así rompe la armonía entre potestas y auctoritas, cuando es consciente de ello, intentará hacer creer, prostituyendo el lenguaje para manipular la realidad, que dicha ruptura es tan inevitable que se hace por el bien de los administrados, que es un medio para preservar al Estado de males mayores (Maquiavelo dixit), que las decisiones que se toman desde esa ruptura son dolorosas para el gobernante. Si es necesario, decía al respecto de igual manera Maquiavelo, el príncipe, o nuestros gobernantes para el caso que nos ocupa,  puede incluso llegar legítimamente a la traición. Tal traición ya está servida cuando en nuestro país se cierran servicios públicos tan sólo porque se impone según el criterio de otra nación aunque sea indirectamente. 

La autoridad del vago
      Maestros, ¡qué palabra!, y profesores se sienten “manoseados” en los últimos tiempos por los políticos neoliberales. Los utilizan como si de papeles se tratara. Primero nos colocaron en la frente la etiqueta de “vago” y, poco tiempo después, cuando se percataron de la posible rentabilidad electoral de llamarnos “autoridad”, nos colocaron también la etiqueta de “autoridad” en la nuca, por no hablar de otras partes nobles traseras. Me pregunto si esos políticos pueden imaginar el desorden de conceptos que los alumnos  tienen en sus conciencias cuando les pide que consideren autoridad a alguien a los que meses antes se les tildaba de vagos por esos mismos políticos. 
      Con todo ello tan sólo se busca el desprestigio de la escuela pública, de sus maestros y profesores; y la mejor forma de lograrlo llega de la mano de aplicar el viejo truco de, primero, cortarle el suministro económico para después, cuando todo empiece a ir mal, la sociedad misma en su conjunto acabe condenándola sin reparar cuáles fueron las causas, ya lejanas, del mal funcionamiento. De esta manera, la escuela privada sale indemne de dicho daño, o incluso beneficiada,  ya que ese corte de suministro económico de lo público se trasvasa  a lo privado y a sus conciertos que parasitan el dinero público. De esa forma, el objetivo está logrado: que la educación sólo esté al alcance de quien pueda pagársela. Finalmente, la educación se pervierte como el mejor instrumento para generar el efecto contrario del que naturalmente persigue, que es la igualdad, pasando a ser un vehículo de dominación inspirado por criterios particulares de rentabilidad económica.

Arrogancia presuntuosa
     Pensaba Platón que los ciudadanos más sabios debían ser orientados por el Estado para ser los gobernantes. Hoy, los que tenemos en el gobierno de nuestra comunidad autónoma lo creen al contrario. Es decir, creen que por haber sido elegidos bajo sistemas democráticos de listas cerradas, sólo por eso ya están a la altura de aquellos sabios, incluso más que eso, ya que se creen con potestad para poder conferir autoridad, por ejemplo, a determinados ciudadanos en sus profesiones como los maestros,  sólo por el poder que los ciudadanos les otorgan para gobernar mediante la creación de leyes.
      Ese poder conferido por el pueblo, esa “potestas”, que diría el derecho romano,  suele ser un espejismo que confunde al gobernante que llega a creer que por el hecho de detentar la postestas, también goza de autoridad,  de “auctoritas”. Incluso creen que la auctoritas se genera o se transfiere a golpe de ley como si de un órgano corporal se tratase. Su ignorante, presuntuosa y endiosada soberbia les lleva a confundir fácilmente cosas que en democracia deben estar muy claras, como es la diferencia entre legalidad y legitimidad, potestad y autoridad.
      La historia nos da testimonios bastantes de que cuando se abusa del poder conferido es para sufrimiento de los ciudadanos. Este abuso sólo puede controlarse desde el derecho a la pluma, que diría Kant, o simplemente desde la autoridad de determinados líderes que acaban convirtiéndose en el timón de la historia, como diría por otro lado Hegel. Tanto un aspecto como otro, a veces han resultado  mucho más eficaces incluso en el control democrático que la misma separación de poderes. El gobernante es depuesto cuando él ha cortado el cordón umbilical  desde el que le llega el poder, que está en la autoridad del pueblo.
      Para el buen gobierno es necesaria la potestas, pero siempre debe aspirar a que sus acciones y decisiones no sólo sean legales, sino que aspiren al mayor grado de legitimidad posible para poder llevarlas a cabo con autoridad sin acudir a técnicas de manipulación  o imposición coactiva alguna. Los mejores recursos para ello son la exposición verdadera a los ciudadanos de los principios que les inspiran, la coherencia y el ejemplo.  Todos estos aspectos han sido traicionados por nuestros gobernantes de la Junta sin excepción y por el PP a nivel nacional. Respecto de sus verdaderos principios, bajo la excusa de la situación económica retiran dinero y trabajadores de los sectores más sociales del Estado  para debilitarle o incluso aniquilarle, ya que es el garante de la cohesión social que defiende al más débil. Frases rotundamente propagandísticas repetidas ramplonamente como “No podemos gastar lo que no tenemos” tienen un calado fortísimo en la población por su aplastante “lógica”. Pero esa lógica es falaz, ya que lo que no tenemos lo han detraído de lo público para ofrecérselo a la banca, a la educación privada y concertada. Si no, valgan tres datos: uno que el superávit del Estado a finales de 2007 era de 2´5 del PIB; dos, que en ese momento dos tercios de la deuda era privada, cuando ahora por ofrecer ese dinero para “salvar” la banca privada, la tendencia se ido invirtiendo al contrario; y tres, no parece cierto que el estado del bienestar sea un derroche cuando se ha mantenido en todo occidente desde hace 70 años y gobernado por opciones políticas de todo signo.
      Es evidente, por tanto, que se trata de una cuestión puramente ideológica, de claras convicciones que no se atreven a confesar.  Y como apuntaba también Kant, lo que uno no se atreve a confesar es porque es algo malo o incluso monstruoso. Respecto de la coherencia y el ejemplo, no han cumplido con absolutamente nada de lo prometido en su contrato electoral con los ciudadanos. Incluso al contrario, piden por enésima vez austeridad y esfuerzos a los ciudadanos, pero vemos cómo el presupuesto de la Junta de Comunidades  para 2012 asigna a los altos cargos una subida de un 157 %, pasando de 22 millones de € con el anterior gobierno a 56´6 con el actual, y así en un sinfín de comparativas. En cambio imponen un recorte de cientos y cientos de millones de € para educación.  Es justo lo contrario de lo que prometieron a los ciudadanos para acceder al poder, y por ello este gobierno se dirige, si no está ya instalado en ello, a la ilegitimidad y a la falta de autoridad. Sin embargo, nuestro consejero de educación se cree con autoridad para elaborar una ley de autoridad del profesorado que, según él, “será suficiente para reconocer la autoridad del profesor”.
      Este sr. no parece saber mucho de educación ni tampoco nada acerca de lo que es “autoridad”.  Esta sólo se ejerce desde la sabiduría, desde el amor a la escuela, a los chicos y chicas que con su mirada piden que se cultive su persona, desde la tolerancia, desde el diálogo…  La potestas, que él tiene sólo porque el pueblo se la otorga,  se mal utiliza cuando se abusa de ella contra el pueblo, cuando se busca el respeto de sus políticas por medio del miedo y no por la admiración y la natural persuasión derivada de la autoridad. Y, cuando se abusa de la potestas, se acaba perdiendo la auctoritas. Yo le digo que hoy tiene la oportunidad de reflexionar,  de oír las calles y ver si su autoridad está creciendo o no entre los maestros y profesores que él “administra”.

      Debo decirle también, que ni si quiera la potestad socialmente reconocida al maestro, que hoy no parece ser mucha,  será eficaz en aulas con 30 niños de infantil o 42 en bachillerato, enlatados 6 horas diarias en aula repleta durante 9 meses de curso. Con esta sinrazón, llegamos a la cruel y estúpida paradoja en la que, por ejemplo,  la legislación sobre granjas porcinas se preocupa más por los m2 de espacio que debe obligatoriamente disponer un cerdo en su pocilga como espacio vital, que a un niño en el aula.Según el ministro Wert "los niños se socializan mejor si son muchos en las aulas".

       Sólo la autoridad del maestro será capaz de gobernar por convicción a esos chicos y chicas, y ello únicamente se alcanza desde el cariño humano hacia el maestro, por el prestigio alcanzado desde la palabra. Todos mis alumnos enmudecen unos segundos haciéndose un muy bello silencio cuando les pregunto: “¿vosotros podríais agredir a un maestro del que hayáis aprendido algo?”.  Su respuesta es siempre la misma: no. Esa es la autoridad, no la que usted cree que otorga en un papel al que denominamos Ley. La auctoritas, Sr. Consejero, ni aún teniéndola usted, puede transmitirla. La auctoritas se conquista. Lo que usted tiene, “sólo” es la potestas que el pueblo le ha dado temporalmente. Por tanto, no deja de ser una muestra más de su desconocimiento acerca de la profesión del maestro, o simplemente de la soberbia presuntuosa de un político neoliberal  más que debemos sufrir. Le aconsejaría tuviese prudencia para no caer en aquello que le ocurría al rey del genial Saint-Exupery en su estupenda obra “El Principito”, el cual creyó que por ser rey  tenía potestad incluso para ordenar una puesta de sol en el momento que él desease o que el Principito estornudase cuando él lo ordenase. Le recomiendo su lectura, le será de gran ayuda.

Escuela, maestros y padres
      La auctoritas sobre nuestros alumnos e hijos es algo que buscamos maestros y padres. Pero sólo podemos lograr el respeto derivado de la autoridad por medio de dos instrumentos: el miedo o la admiración.  Aunque el respeto verdadero sólo se logra por admiración. Cuando esto no es posible, y se fracasa, entonces el respeto se busca  por la imposición de la  fuerza que no se ha sabido cultivar por medio de  la persuasión derivada de la admiración. Pero parece que lo que actualmente buscan nuestros gobernantes en nuestra comunidad es recuperar la autoridad del maestro de la dictadura, o mejor dicho, la potestas, el respeto por el miedo, que sólo generaba temor y odio a la escuela. Nuestros gobernantes creen que el sacrificio y el castigo parecen ser los únicos instrumentos pedagógicos por excelencia para enseñar. Pero, enseñar es mostrar, orientar, guiar, y esto no es posible si no se cuenta con la voluntad autónoma del alumno para querer dejarse guiar. No es posible orientar a quien no quiere seguir el camino de alguien porque se lo muestra ayudándose de las únicas armas que esgrime el maestro fracasado , que son  el sacrificio y el odio.
      La pérdida de autoridad no sólo es propia de maestros y profesores, también lo es de muchos padres, políticos, religiosos… Unos la han perdido por haber traicionado sus principios, otros por dejar de representar a los ciudadanos, otros por haber traicionado los principios que decían defender. Por ello, actualmente todo apunta al estado de nihilismo nietzscheano en el que la autoridad se pierde porque se han dejado de perseguir valores humanos; porque la cultura, el saber, o el conocimiento han dejado de ser los graneros donde se forjan las personas con autoridad. Ahora sólo se busca el entretenimiento ofrecido por algún idiota militante que se pavonea y hace gala de su ignorancia ante audiencias televisivas anestesiadas y boquiabiertas que acaban deseando imitar a cualquier imbécil que ha hecho fortuna con estas mañas.
      Parece, a tenor de lo que está ocurriendo, que aún no somos conscientes del importante papel de los maestros y maestras en nuestra vida. Ese papel está muy bien mostrado en  un  artículo de una maestra  en paro publicado en el Diario  El País de 12 de enero de 2012, (“Profesores. Examen de conciencia”) en el que decía: “al empezar a impartir clases particulares me di cuenta de un simple detalle que ayuda a entender esa sensación (la de ser maestro). Cuando una familia abre su casa a un maestro, suele invitarle a pasar al salón. Te dejan a solas con sus hijos.  Ponen en tus manos lo mejor que tienen. Esa es la clave de nuestro trabajo.” Eso es autoridad, Sr. Consejero.



miércoles, 23 de mayo de 2012

Esclavos y Tiranos

   Decía Manuel Vicent magistralmente en uno de sus artículos, que ningún imperio se hizo sin esclavos. Pero allá donde hay esclavos, detrás debe haber tiranos. Si miramos atrás, en la historia, todos los imperios han medido su poder en función del número de esclavos que ostentaba y por el grado de codicia del tirano que los administraba.

   Hoy día el imperio que mejor cuadra con esta descripción es China. La clave de su éxito es haber armonizado lo peor del capitalismo y lo peor del comunismo en un modelo de producción, que es su modelo de vida. Un modelo donde los derechos humanos son una lejana entelechia anclada en occidente y que nadie reclama. Para occidente, con su tradición de derechos humanos, es difícil competir contra este modelo. Y si se quiere competir, debe escoger entre, por una parte, olvidarse sumisamente de muchos de sus derechos como ellos lo hacen, santificar la producción y sacrificar nuestra cultura de derechos humanos en general y laborales en particular; o por otra parte, utilizar medios de bloqueo económico suficientes como para hacerles parar en esta escalada, o lo que sería más deseable: volver a una Reilustración que recondujese de nuevo la historia y a su sujeto, el Hombre.

    En nuestros días, al menos en Europa, nuestros dirigentes han optado por lo primero, es decir, más bien no se quiere que esta escalada pare, nos sumamos al juego y competimos contra este tipo de imperio intentando crear un modelo similar de producción. Pero competir contra esto es absurdo además de imposible, ya que nuestro número de “esclavos” es mucho menor, aunque nuestro número de tiranos sea mayor e intenten “fabricar” a toda prisa muchos esclavos en cantidad. Europa se ha convertido en un estanque con mucho tiburón para muy poca agua. Tiburones que intentan convencer de su humilde y bienintencionada voracidad bajo consignas repetidas machaconamente como “No hay más remedio”, o “no podemos gastar lo que no tenemos”, aunque para los causantes del desastre, los banqueros, haya dinero para Rato. Burla burlando... que diría Lope.

   Por el momento, estamos en que nuestros dirigentes políticos y nuestros banqueros, nuestros tiranos, nos intentan hacer creer que los derechos son causa de despilfarro. Por eso, ellos comprenden que cualquier derecho se puede pesar y traducir en rentabilidad. Es decir, son conscientes de que los derechos se pueden comprar y vender; que si se los arrebatan al populacho, este tendrá que comprarlos en los negocios privados del poderoso y para ello deberá pagarle con sus propiedades o con su trabajo. Esto supone un claro retroceso a relaciones feudales de sometimiento bajo la amenaza del miedo y la administración de la miseria.

   Pero el poderoso no comprende bien que la riqueza no sacia a la riqueza. No comprende bien que cuando al pueblo se le arrebatan sus derechos bajo pretexto de no haber otro remedio, pero no persigue a los verdaderos expoliadores y defraudadores del sistema, entonces responde con un zarpazo final. No comprende bien que su poder lo ha creado a costa de haber generado pobreza y desigualdad su alrededor. Pero no la ve, y si la viere, cree que nunca se volverá contra él. Los sometidos, tarde o temprano, siempre adquieren conciencia de su miseria y deciden no continuar sufriéndola cuando nada tienen que perder. Y en esos tiempos, el sometido soporta mejor la penuria que el poderoso, y por ello, necesita menos del poderoso que el poderoso del pueblo llano. El pueblo sólo comienza a ver cuando decida decir “BASTA YA!”. En ese momento la historia comenzará a renovarse, a explicarse, a escribirse con la letra del pueblo.

lunes, 7 de mayo de 2012

Francia no hace reformas

    Pocas veces desde que los franceses invadieron España hubo tanto interés entre los españoles por las decisiones políticas que toman los franceses. Y es que todo está globalizado: economía, política, cultura, conocimieto…Tanto, que dependemos sin saber de qué exactamente, pero cada vez más de eso mismo.

     Es posible que en España, así prefiero creerlo, la persona más satisfecha con el triunfo de Francois Hollande sea Mariano Rajoy. ¿La razón? Bien sencilla: el trabajo que el mismo Rajoy hubiera querido hacer ante el fundamentalismo radical de la Sra. Merkel y que no hará nunca por cobardía, por defender la disciplina del Partido Popular Europeo y por otros complejos, sí parece que lo hará Francois Hollande. Y digo que prefiero creerlo así, porque si esta es la verdad es que entonces no andarán muy convencidos de lo que están haciendo en economía; y lo que hacen no tienen más remedio que hacerlo por mandato de la Merkel. Porque si no, es decir, si están convencidos de que lo que hacen es lo que hay que hacer (Rajoy dixit), entonces está claro que el asunto es ideológico y simplemente se pretende desmantelar el estado y establecer una nación en la que convivan en el mismo territorio geográfico dos castas: dependientes y sirvientes de una parte, y ricos que se sienten imprescindibles de otra.

     Espero también de Hollande, ya que de mi gobierno no espero mucho, que no se queme en demasiadas expectativas y eso acabe en decepción. Esto le está ya pasando a Obama en USA.

     Mientras tanto, aquí en España nuestro gobierno sigue tratando a la población como si de un rebaño de imbéciles se tratase, disfrazando conceptos para hacerle creer que la realidad es otra distinta de la que es. Dicen “equilibrio” de cuentas para que si a alguien se le ocurre estar en contra le tachen entonces de “desequilibrado”; dicen que “no” aunque luego sea que “si”, justificándolo en que no hay más remedio, aunque eso el pueblo no lo entienda, y razones no le faltan pues mientras los enfermos deben pagar las sábanas y la comida de los hospitales se ofrecen miles de millones a la Bankia del amigo Rato; dicen "reformar" cuando lo que en realidad están haciendo es demoler el edificio por completo; dicen “ajustes” en lugar de “recortes”; y así en un sinfín de tics propagandísticos. Pero la realidad es tozuda por mucho que la maquillen y los ciudadanos no son feligreses fanáticos e incondicionales. Al tiempo.
     En el punto en el que estamos, Hollande bien podría hacer valer lo que Napoleón decía sobre Francia: “en Francia no hacemos reformas, sino Revoluciones”, obviamente salvando las distancias entre Hollande y Napoleón.

miércoles, 18 de abril de 2012

Su patria no es mi pueblo


Decía Don Antonio Machado que "en España, lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan a la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre".

Los máximos representantes de la que llaman "nuestra patria", en estos días hunden su reputación en la más hedionda corrupción aprovechándose del nombre que el pueblo les ha concedido. Pero la riqueza nunca sacia a la riqueza. La patria sólo es el trapo tras el que se esconden.

Son estos, tiempos difíciles en los que, por ello, les debiera ser fácil demostrar su amor a la patria y no doblegarse cobardemente a los dictados de otras naciones para acabar aniquilando todos los servicios básicos del Estado, que son los que cohesionan esa patria porque protegen a sus súbditos más débiles. Muchos de ellos confiaron en vosotros para que les defendierais. Sin embargo ahora huis pidiendo se os indique dónde está la puerta falsa de la casa en la que decís representarnos y que apenas conocéis.

Esos súbditos llevan la patria a sus espaldas y la reflejan en su cara sin invocarla y sin necesidad de amarla, sin creer que por ella se deba luchar porque, cualquier dogma, como las religiones, brilla pero no ilumina, que diría Schopenhauer.
En las etiquetas de este artículo incluiré las palabras, Argentina, Repsol, IPF y patria, Urdangarín, Elefante y Burla.

viernes, 13 de abril de 2012

Llamamiento del Dr. Matthias Rath a la población de Alemania, Europa y al mundo

Llamamiento del Dr. Matthias Rath a la población de Alemania, Europa y al mundo, el 13.03.2012 en Berlin a propósito de la política que se está llevando a cabo en Europa desde hace más de tres años.Merece la pena parar 18 minutos, parar y reflexionar.